Polinizadores de principios del verano

Sigo publicando entradas atrasadas, «pasando a limpio» experiencias pasadas en el campo. Aquí va un pequeño paseo que hicimos Jess y yo al volver de Inglaterra, a principios de verano.

Hace unos días (15.06.2015), pude al fin pasar unos días en el pueblo. Hay una cuesta que lleva a la Sierra y, si uno la sigue, se termina llegando a la cima del Cerro de San Cristóbal. A los lados de esta carretera hay una variedad ingente de hierbas y arbustos pequeños, casi todas las hierbas son anuales. Algunas de las especies florecientes que más insectos atraen en esta zona son: Papaver rhoeas, Anacyclus clavatus, Malva sylvestris, Hypericum perforatum, Mantisalca salmantica, Centaurea aspera, Centaurea ornata, Scolymus hispanicus, Teucrium capitatum subsp. gracillimum, Sideritis mugronensis, Rosmarinus officinalis, Cistus albidus, Genista scorpius, Bituminaria bituminosa, Coris monspeliensis, Eryngium campestre, Thapsia villosa, Sedum album. Puede que esta retahíla de nombres científicos de plantas parezca que no sirve de mucho, pero en realidad sirve para poner en situación. Me sorprendió que una jara blanca (Cistus albidus) tuviera a esas alturas del año flores, a pesar del calor, y pude contar unas 6 ó 7, pero al encontrarse al otro lado de una valla de protección al borde de un precipicio, no pude acercarme más a algunas de ellas para examinarlas. Me di cuenta de que muchos insectos apreciaban sus flores, lo cual resulta un punto a favor de la planta.

Heliotaurus ruficollis sobre una flor tardía de Cistus albidus.

Heliotaurus ruficollis sobre una flor tardía de Cistus albidus.

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Andrena variabilis?

Pero, sin duda, las estrellas de la zona eran los lepidópteros, y sobre todo las Argynnis pandora (o Pandoriana pandora). Decenas de ejemplares revoloteaban y planeaban sobre las flores y el bullicio invertebrado. Su tamaño supera con creces el del resto de los polinizadores que por allí pululaban. Imaginaos la cuesta junto al monte, rodeada de flores, con la banda sonora de los gorriones chillones y los colirrojos tizones, y el vuelo de esta mariposa, que aun teniendo unos 8 cm de envergadura, siempre atrae la mirada distraída del naturalista paseante.

El gran ninfálido, Argynnis pandora, alimentándose del néctar del Teucrium capitatum subsp. gracillimum.

El gran ninfálido, Argynnis pandora, alimentándose del néctar del Teucrium capitatum subsp. gracillimum.

Andaba, bueno, más bien, volaba por allí también una Issoria lathonia, otro ninfálido, especie que pocas veces he podido ver y que, por suerte, pude fotografiar en mi canchal favorito. Y no solo estas dos especies en el grupo de los lepidópteros. En un tramo del camino de menos de 20 m encontré estas especies:

Issoria lathonia

Issoria lathonia

Hipparchia semele

Hipparchia semele

Hyponephele lupina

Hyponephele lupina

Pyronia bathseba

Pyronia bathseba

Pontia daplidice

Pontia daplidice

Jess descubrió, entre una zamarrilla, un bonito ejemplar de plusia (Autographa gamma), descansando. También hubo tiempo para encontrar otros órdenes de insectos. Una enorme mosca cernidora o sírfido (me gusta usar las dos denominaciones) de la especie Volucella elegans se dejó fotografiar sobre una enorme inflorescencia de Thapsia:

Volucella elegans

Volucella elegans

Sobre una centáurea, el llamativo Mylabris quadripunctata se daba un festín digno de un patricio romano.

Mylabris quadripunctata

Mylabris quadripunctata

Lo cierto es que el sol calentaba de lo lindo, sin embargo, en un abrir y cerrar de ojos, el cielo se nublo y empezaron a caer algunas gotas. Eran los últimos coletazos de la primavera mediterránea antes de dar paso al verano tórrido. Pegando saltitos, como la familia a la que pertenece muy bien indica, Salticidae, la pequeña araña Philaeus se paseaba en busca de algo que cazar bajo las plántulas de las cornicabras. Creo que la especie en concreto es P. jugatus.

Philaeus

Philaeus

Entre nubes de mariposas, abejas, moscas y avispas, seguimos caminando, en dirección a la cruz que hay a medio camino, señal de retorno para nosotros porque se nos hacía tarde. Aún nos dio tiempo a ver algunos e interesantes seres. Por ejemplo, unas moscas del género Hemipenthes.

Hemipenthes sp.

Hemipenthes sp.

Dos ejemplares de Argynnis pandora y un himenóptero curioso.

Dos ejemplares de Argynnis pandora y un himenóptero curioso.

Me llamó muchísimo la atención una invasión de Cuscuta envolviendo un grupo de plantas junto a una cuneta, hilos e hilos bermejos como si fueran lana ahogaban la vegetación.

Cuscuta

Cuscuta

Graphosoma semipunctatum sobre los frutos verdes de Thapsia villosa.

Graphosoma semipunctatum sobre los frutos verdes de Thapsia villosa.

Lagartija colilarga oriental (Psammodromus jeanneae)

Lagartija colilarga oriental (Psammodromus jeanneae).

En cuanto llegamos a la cruz, nos dimos la vuelta a paso rápido, siempre sin dejar de observar. Los gorriones chillones (Petronia petronia), tan comunes en los tejados de Chinchilla, se juntaban con sus parientes los gorriones comunes (Passer domesticus) junto al antiguo matadero.

Izda.: gorrión chillón (Petronia petronia). Dcha.: gorrión común (Passer domesticus), macho.

Izda.: gorrión chillón (Petronia petronia). Dcha.: gorrión común (Passer domesticus), macho.

Vale, ya sé que me he desviado un poco del tema de la entrada (polinizadores), pero no puedo dejar de lado algunas observaciones que amenizaron todavía más el paseo. Ya era tarde y había que hacer la comida, así que nos dimos prisa en volver a casa.


Lectura recomendada: Guía de los polinizadores de España, de Luis Óscar Aguado Martín, Alberto Fereres Castiel y Elisa Viñuela Sandoval. Libro de reciente aparación, esencial en la estantería del naturalista.

En busca de criaturas nocturnas

18.09.2015. Organizamos una salida nocturna con el grupo de Facebook Fauna y Flora de Albacete por la Sierra de Chinchilla, a la que se presentó nuestra amiga Laura Olivares. Salimos desde la zona de barbacoas caminando por el sendero para ver qué nos encontrábamos. El primer insecto que hizo acto de aparición fueron unas major de Camponotus pilicornis (Roger, 1859), una hormiga bastante común en Chinchilla y que identifiqué gracias al foro lamarabunta.org.

Camponotus pilicornis

Camponotus pilicornis

Pudimos disfrutar de los reyes de la noche, los arácnidos en varias ocasiones. Poco después de observar la Camponotus pilicornis, nos topamos con una pequeña Nomisia aussereri, especie común en la zona que ya he mostrado en otras entradas, pero vuelvo a poner otra foto aquí:

Nomisia cf aussereri

Nomisia aussereri

En medio del camino, se nos cruzó un sapo corredor (Epidalea calamita) que, haciendo honor a su nombre, se desplazó a grandes zancadas huyendo de la luz. No nos entretuvimos mucho con él y seguimos adelante en busca de arañas lobo. No recordaba que es justo a finales de verano y en otoño cuando las hembras de varios géneros de arañas lobo empiezan a dejarse ver con la prole sobre el abdomen. Ante nosotros se mostró una hembra de Hogna radiata en dicho estado. Caminando, se le cayeron varias crías del opistosoma, que supieron en contrar su camino de vuelta, imagino que por seguir enganchadas con un hilo de seda a la madre.

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Hogna radiata, cargada con la prole.

Poco después apareció la reina del suelo del bosque por la noche, la escolopendra común (Scolopendra cingulata), un ejemplar adulto bastante imponente…

Scolopendra cingulata, detalle de la cabeza.

Scolopendra cingulata, detalle de la cabeza.

Scolopendra cingulata

Scolopendra cingulata

Un primo de la escolopendra que también vimos, el geofilomorfo Himantarium gabrielis. Este extraño y sinuoso animal se alimenta de lombrices, a las que abraza e impregna con una sustancia que el pobre gusano absorbe a través de la piel y acaba paralizado, pudiendo el geofilomorfo alimentarse de ella.

Un primo de la escolopendra que también vimos, el geofilomorfo Himantarium gabrielis. Este extraño y sinuoso animal se alimenta de lombrices, a las que abraza e impregna con una sustancia que el pobre gusano absorbe a través de la piel y acaba paralizado, pudiendo el geofilomorfo alimentarse de ella… Un abrazo de muerte.

Hubo también observaciones de Blaps sp. como siempre. También de algún grillo doméstico y cucarachas, pero, sin duda, la estrella de la noche fue un lagarto ocelado (Timon lepidus) que nos dio tiempo a inmortalizar para siempre en nuestras cámaras antes de huir bajo una gran piedra (refugio también de la única población de Uroctea durandi que conozco).

Lagarto ocelado (Timon lepidus)

Lagarto ocelado (Timon lepidus)

Por esta época aparecen dos insectos que pueden llegar a ser bastante comues localmente. Uno es la polilla Cymbalophora pudica, conocida porque muchas veces se la oye antes de ser vista, ya que generalmente emite un sonido chirriante cuando vuela. El otro insecto es el cerambícido o longicorne Vesperus fuentei.

Cymbalophora pudica

Cymbalophora pudica

Vesperus cf fuentei, hembra.

Vesperus cf fuentei, hembra.

Vesperus fuentei, macho.

Vesperus cf fuentei, macho.

Agrotis obesa

Agrotis obesa

Finalmente terminamos volviendo a la zona donde la mantis iris (Iris oratoria) suele esconderse y allí observamos a una hembra exhibiendo el comportamiento típico de alerta…

Iris oratoria

Iris oratoria

Día 5: un paseo

10.9.2015. Este día fue el más caluroso de todos, casi llegamos a los 30 C y el sol pegaba bastante fuerte, así que por la mañana decidimos descansar. Ni siquiera al gato le apetecía moverse ni jugar. Estuve observando los polinizadores que acudían a las flores del patio, aunque todavía no los he identificado.

Después de varios días trotando por los campos de Iberia, nos encontrábamos hambrientos y somnolientos. Decidimos planificar un pequeño paseo por la Sierra de Chinchilla para la tarde.

Sobre las cinco ya estábamos en camino. El día no fue bueno para bichear, pero encontré, bajo unas rocas cerca de las barbacoas, un nuevo caracol que no conocía: Xerocrassa subrogata (Pfeiffer, 1853).

Siguiendo el camino, nos fuimos desviando en busca de una abubilla (Upupa epops) que apareció de repente, y seguimos caminando sobre lomas y entre romeros y espartos hasta llegar a la Casa del Agua, que nos mostró una escena bastante desoladora, pues esta se encontraba prácticamente vacía. A pesar de las lluvias generosas, no sé cómo, dentro de la piscina, a la que no puede acceder la fauna, no había casi agua. Espero que fuera una cosa puntual, porque es una zona interesante. Acercarnos allí nos sirvió para encontrar un pequeño saúco (Sambucus nigra), creciendo entre los juncos churreros del agua que brota por la zona… No hubo grandes observaciones de fauna esta vez y acabamos muy cansados porque anduvimos bastantes kilómetros. Era el penúltimo día.

Día 3, parte 1: La Sierra de Chinchilla, de día

8.9.2015. El tercer día, fuimos a la Sierra de mi pueblo. Pensé que sería interesante observar la zona tras las lluvias, y que el día sería fresco tras las trombas. La mañana amaneció ciertamente fría, pero conforme el sol iba caldeando el ambiente, la cosa se fue poniendo interesante. A pesar de que las máximas no sobrepasaron los 23C, el sol llegó a ser tan abrasador que nos quemamos, literalmente.

Primero nos acercamos otra vez a los aljibes de la Calle de la Fuente, para ver las Iris oratoria de la noche anterior con luz solar, y allí seguían.

Iris oratoria en postura de alerta, con ambas patas delanteras estiradas.

Iris oratoria en postura de alerta, con ambas patas delanteras estiradas.

Desde ahí continuamos subiendo hacia el monte por la carretera. Aparte de una enorme larva de coleóptero sin identificar que encontramos bajo una piedra, no parecía que fueramos a ver muchos seres interesantes, algo que nunca llega a ocurrir, la verdad sea dicha. A media mañana ya se movían algunas aves forestales como el mito (Aegithalos caudatus) y el agateador común (Certia brachydactyla), este último era bimbo para mi amigo. En un húmedo tronco muerto de pino junto a una tubería de conexión entre ambos lados de la carretera vimos varias setas, las primeras de esta época para mí.

¿Mycena?

¿Mycena?

Por el sendero, no muy lejos de las setas y los agateadores, nos encontramos con una vieja conocida, la feroz cazadora de caracoles, una larva de luciérnaga Nyctophila reichii, aventurándose dentro del pinar.

Nyctophila reichii

Nyctophila reichii

Yo empezaba a preocuparme seriamente. A veces me ocurre. Voy al campo y pienso que no voy a ver absolutamente nada, que a causa de no sé qué alineamiento planetario en la galaxia de Andrómeda, por cuestión rarológica, la presencia de animales y plantas se reducirá al mínimo, especialmente en lo que respecta a aves. Pero me equivocaba, aunque yo caminaba alerta, con ojo avizor, en busca de algún anfibio y, la verdad sea dicha, no iba con los ojos muy puestos en el cielo o el horizonte.

Quitameriendas (Merendera montana). Durante estos días observamos muchos ejemplares, no solo en Chinchilla sino también en otros lugares de la provincia de Albacete, como en el sabinar de la laguna de los Ojos de Villaverde. La floración se activa con las lluvias de finales de agosto y alcanzan su apogeo entre ese mes y octubre.

Quitameriendas (Merendera montana). Durante estos días observamos muchos ejemplares, no solo en Chinchilla sino también en otros lugares de la provincia de Albacete, como en el sabinar de la laguna de los Ojos de Villaverde. La floración se activa con las lluvias de finales de agosto y alcanzan su apogeo entre ese mes y octubre. ¡ATENCIÓN! No confundir con el azafrán, ya que la quitameriendas es altamente TÓXICA.

La ajedrea (Satureja montana), labiada de floración otoñal, estaba en su esplendor. Cientos de insectos buscaban zumbando y aleteando el maná de sus modestas flores, entre ellos estaban la niña celeste (Polyommatus icarus) y la mariposa manto bicolor (Lycaena phlaeas).

Niña celeste (Polyommatus bellargus)

Niña celeste (Polyommatus icarus)

Caminamos un buen trecho hasta llegar a un espartal en una ladera. Por el sendero, vislumbramos una pequeña ave rechoncheta que salía disparada volando desde una zona arenosa con abundantes madrigueras de conejo. Era un mochuelo (Athene noctua) que se refugió entre el ramaje de los pinos. En el espartal siguiente, Jess advirtió de la presencia de arañas Argiope lobata, que construyen su enorme tela entre las espigas de los espartos. Dos segundos después, yo ya estaba metiéndome sin querer en una. Las patas de la araña caminando sobre mi muñeca me hicieron dar un traspiés que casi acaba en tragedia. Pocos metros más adelante, otro ejemplar dejó verse antes bien y no hubo que lamentar heridos.

Argiope lobata, hembra.

Argiope lobata, hembra.

Nomisia cf aussereri

Nomisia cf aussereri

Aparte de algunos ejemplares de ortópteros y arácnidos que no he identificado todavía, la cosa comenzó a ponerse interesante cuando en un abrevadero para fauna cinegética cercano encontré unos sapillos moteados (Pelodytes punctatus), una de las poquísimas especies que representan a la clase de los anfibios en la Sierra de Chinchilla.

Sapillo moteado (Pelodytes punctatus)

Sapillo moteado (Pelodytes punctatus)

Nos dio tiempo incluso a ver algunos centípedos, y aunque apareció una scolopendra, no resultó ser la S. cingulata, sino otra especie menos llamativa del mismo género.

Arriba: Scolopendra oraniensis. Abajo: Himantarium gabrielis.

Arriba: Scolopendra oraniensis.
Abajo: Himantarium gabrielis.

Las alondras totovías (Lullula arborea) son una especie de aláudido común en los pinares. En esta época se escuchan los ecos de sus cantos y a veces incluso levantan el vuelo cuando uno pasa muy cerca de ellas. También conseguimos ver varios individuos de totovía por toda la zona, aunque el color de su plumaje las hace díficiles de ver, ya que su cuerpo se difumina con las acículas marrones del suelo del bosque…

Jaminia quadridens

Jaminia quadridens

En mi espartal favorito, donde he observado tantas y tantas cosas, las flores del Allium moschatum florecían entre las macollas de la Stipa. Incluso aquí me dio tiempo a encontrar una nueva especie de molusco que no conocía y que jamás había visto: el caracol Jaminia quadridens. Me llevé dos conchas vacías que me identificaron fácilmente, ya que, según he descubierto, es una especie bastante común en España, en zonas calizas, hasta los 2400 msnm. La cosa se puso interesante, como podéis ver, y mis miedos primarios se esfumaron.

El sol calentaba mucho ya a mediodía (aquí ya nos habíamos quemado), así que emprendimos el camino de vuelta. Queríamos ver alguna lagartija adulta, así que guié a mis amigos a una zona donde sé que habita una pequeña población de lagartija colilarga oriental (Psammodromus jeanneae)En el espartal habíamos visto una veloz lagartija ibérica (Podarcis hispanica) y mi amigo incluso vio y fotografió una cenicienta (Psammodromus hispanicus), pensando que era un ejemplar joven de lagartija colilarga. Por el camino de ida hasta este pequeño e interesante lugar, donde por cierto hemos plantado cositas que han agarrado muy bien con ARBA, fuimos viendo más cosillas interesantes. Jess cogió un pequeño crisomélido que he identificado como Chrysolina diluta. En esta misma salida, también vimos más escorpiones Buthus.

Chrysolina diluta

Chrysolina diluta

Buthus occitanus

Buthus occitanus

Cuando llegamos al sitio de las lagartijas, efectivamente, vislumbramos una cruzando rápidamente el camino, pero se metió en una mata y no salía. Estuvimos alrededor del matojo que albergaba nuestra lagartija colilarga un rato, y cuando me cansé, decidí ir por mi cuenta a revisar la reforestación arbera. No me podía imaginar lo que me encontré bajando el camino. Al borde, subida a una genista, una maravillosa y tranquila lagartija colilarga se encontraba tomando el sol pacíficamente. ¿A que nunca habíais visto una lagartija subida a una genista? Pues aquí tenéis a la estrella:

Psammodromus jeanneae

Psammodromus jeanneae

Psammodromus jeanneae

Psammodromus jeanneae

Psammodromus jeanneae

Psammodromus jeanneae

Nos hizo mucha gracia este comportamiento. Las lagartijas tienen espíritus tranquilos, a pesar de que siempre las vemos corriendo por ahí, huyendo de nuestros torpes pasos en el campo. Si uno se acerca lentamente, es posible tomar imágenes como las que hicimos. Incluso, si el animal está lo suficientemente a gusto, puede llegar a cerrar los ojitos reptilianos en nuestras mismísimas narices… Cerca de allí, unas viejas conocidas, las salamanquesas comunes (Tarentola mauritanica) tomaban el sol tranquilamente, adoptando ese característico color terroso bajo el sol.

Tarentola mauritanica

Tarentola mauritanica

Con estos pequeños reptiles acabó el paseo, que duró prácticamente toda la mañana. Por la tarde acudimos al castillo de Chinchilla, en busca de collalbas negras (Oenanthe leucura). Pero eso lo contaré en la siguiente entrada.

Del cuaderno de campo, observaciones del día 8/9/2015 en la Sierra de Chinchilla (Albacete):
_____
*Anfibios y reptiles:
1. Sapillo moteado (3)
2. Lagarto ocelado 
3. Lagartija ibérica (3)
4. Lagartija cenicienta (1)
5. Lagartija colilarga oriental
6. Salamanquesa común
*Aves:
1. Mito
2. Agateador común
3. Carbonero común
4. Estornino negro
5. Alondra totovía
6. Abejaruco europeo, bandada muy grande
7. Pardillo común
8. Avión zapador
9. Zorzal charlo
10. Mochuelo europeo

Día 2, parte 2: Chinchilla, de noche

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Sapo corredor (Epidalea calamita)

También en Albacete caía la lluvia, al principio lenta, luego más fuerte. Llegamos a la estación de Los Llanos sobre las siete menos cuarto de la tarde, y de allí fuimos directos a Chinchilla. Sobrevolando la carretera, a la altura del gran olmo de un caserío de aspecto olvidado, vimos una oscura rapaz en plena migración: un milano negro (Milvus migrans). Bimbo para mi amigo.
Cenamos y después cayó una tromba tremenda. Los rayos sobre la torre de la iglesia de Santa María del Salvador iluminaban decenas de kilómetros a la redonda. No nos pareció seguro salir a explorar, aunque yo estaba deseándolo. Sobre las 22.00 h dejó de caer agua de los cielos. Decidimos acercarnos a la Rambla del Cañaveral, por iniciativa de Jess. Allí vimos algunas de las criaturas que se descubren por esta época gracias a la humedad reinante: anfibios, moluscos…

Los sapos corredores (Epidalea calamita) aprovechan cualquier época lluviosa para buscar pareja y realizar sus puestas. Todos iban a los charcos formados en las obras de la Rambla del Cañaveral. Yo quería encontrar otras especies de anfibios pero no hubo suerte.
Pensé que ya habría mántidos en los jardines de la c/ de la Fuente, en los aljibes, así que para allá fuimos. No podía imaginar la cantidad de caracoles de jardín (Cornu aspersum) que había. Imagino que en algún momento en el pasado, alguien los introduciría, porque solo los vi en jardines y calles, y no en el monte ni en la carretera. Había también Eobania vermiculataRumina decollata. Pero las estrellas fueron las mantis. Hace años, cuando empecé a ‘bichear’ por Chinchilla, en ese mismo sitio había varios setos de lavanda espectaculares. Allí había decenas de Mantis religiosa, verdes, marrones, amarillas. Y en las adelfas, las coloridas Iris oratoria. Hoy solo queda un pequeño seto de lavanda, los otros los quitaron, con ellos desaparecieron también tantas mantis, pero las adelfas siguen, y también siguen las iris. No faltaron esta vez.

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Iris oratoria hembra, en posición defensiva. En ausencia de luz, los ojos se vuelven oscuros.

Decidí que debíamos adentrarnos, aunque fuera un poquito, en el monte, tras la sesión de fotos a la Iris. Y valió la pena. Encontramos dos arácnidos la mar de interesantes, el escorpión amarillo (Buthus occitanus) y la araña Cyrtauchenius walckenaeri, y no sólo eso, se trataba de una hembra en busca de algo que zamparse en medio de la carretera. Una joya de la fauna artrópoda ibérica que me alegró muchísimo contemplar. Al día siguiente observaríamos fauna y flora de la Sierra de Chinchilla tras las lluvias de la noche anterior, y a pleno sol.

Encinas en Chinchilla

La encina (Quercus ilex subsp. ballota = Q. rotundifolia), también conocida como chaparro o carrasca cuando adopta morfología arbustiva, fue antaño una planta muy común en la Sierra de Chinchilla, como atestiguan los últimos ejemplares que resisten en algunas zonas. Los incendios y la tala intensiva acabaron con ellas, todo potenciado por los humanos.

El otro día llegué a una playa fósil cercana al Morrón. Allí me sorprendí asomado a un escalón donde crecían varios ejemplares de encina de interés por su tamaño.

Encina (Quercus rotundifolia) en la Sierra de Chinchilla.

Encina (Quercus rotundifolia) en la Sierra de Chinchilla.

Es imprescindible proteger y potenciar la regeneración natural de la flora serrana mediante la recolección controlada y siembra de bellotas de estos últimos ejemplares que aún prosperan en Chinchilla. Es tarea de todos conservar y restaurar el paisaje de este lugar tan menospreciado por la mano del hombre.

Quercus rotundifolia, detalle de la ramificación de los troncos de un ejemplar.

Quercus rotundifolia, detalle de la ramificación de los troncos de un ejemplar.

Consideraciones sobre la Sierra de Chinchilla

No se puede proteger lo que no se conoce, y si lo que no se conoce no se ama, entonces tenemos un problema de conservación. Eso es lo que pienso cada vez que veo los errores que se están cometiendo con respecto a determinadas zonas naturales. Es el caso de la Sierra de Chinchilla, donde me he empeñado en actuar a pequeña escala, con la ayuda de la Asociación para la Recuperación del Bosque Autóctono (ARBA), desde hace relativamente poco tiempo, y con mi blog. Para mí, la principal ayuda para la regeneración de sus masas vegetales autóctonas (aunque no todo sean bosques, ojo), pasa por concienciar sobre la importancia de las pequeñas cosas.

«La creación de mil bosques está contenida en una bellota»
                                                                                               (Ralph Waldo Emerson)

Con esta famosa frase quiero ilustrar el ejemplo que supondría el plantar cientos de pequeñas bellotas de encina, año tras año, perseverando, en lugares adecuados, de esta singular serranía. Pequeños bosquetes-isla de encinas podrían aumentar todavía más la biodiversidad y riqueza paisajística de la Sierra. Los pinares existentes en la zona, como todos sabemos, plantados, tienen fecha de caducidad: prácticamente no existe regeneración natural de pinos en la Sierra. De encinas, algo más, pero son escasos los pequeños plantones que podemos encontrar, y crecen con lentitud. Además, hay más: está la «seca», que de momento no ha llegado a la Sierra de Chinchilla, por no hablar de los jabalíes y roedores que se zampan todo lo que pillan, y los ataques de curculiónidos que se ceban con las bellotas verdes todos los otoños. Estos pequeños gorgojos depositan sus huevos dentro de las bellotas cuando ni siquiera han caído del árbol y sus larvas se alimentan del interior carnoso. Yo mismo he recogido kilos y kilos de bellotas estos últimos años, y me he quedado estupefacto al darme cuenta de cuantísimas de ellas estaban parasitadas por larvas de gorgojo. La solución a esto no pasa por enviar escuadrones de aviones que vomitan insecticida sobre los campos, ni por las fumigaciones controladas (que no lo son). La solución al control del gorgojo está en favorecer el control biológico de la propia sierra.

Hace unos meses, uno de los partidos que pretendían la alcaldía de Chinchilla me pidió ayuda para redactar una serie de ideas que podrían llevarse a cabo para la mejora del medio ambiente en la zona. Uno de los puntos que se me había ocurrido, hacía ya tiempo, y que incluí en dicha lista, fue el de elaborar un plan de construcción y colocación de cajas nido para aves insectívoras en la Sierra. Estas cajas nido favorecerían el anidamiento de muchas aves que están presentes en la zona, pero no en gran número. Por ejemplo, el carbonero común, un ave muy versátil que anida hasta en grietas del castillo. Este pequeño y colorido pájaro se alimenta de insectos, muchos de ellos dañinos. El problema radica, de nuevo, en que la escasez de arbolado antiguo con huecos y agujeros no ayuda a estas aves a encontrar lugares de nidificación. Podemos concluir en que favoreciendo la expansión de pequeños pájaros insectívoros colocando cajas nido de forma semimasiva, por decirlo de algún modo, estaríamos ayudando a la regeneración del bosque autóctono. Del mismo modo ocurre con los murciélagos forestales, que no se encuentran fácilmente en la Sierra, debido a la ausencia de lugares de resguardo.

Fabricar cajas nido no es difícil. En internet, libros, manuales y revistas, es fácil encontrar los planos de construcción de estos nidales. Ahora, ¿cómo fomentar la construcción de estas cajas, si no se enseñan esos pequeños problemas que suceden en la Sierra?

Y así es como volvemos a lo que comentaba al principio del texto: no se puede proteger lo que no se conoce, y si lo que no se conoce no se ama, tenemos un problema de conservación. Es importante enseñar lo que hay en la Sierra, más que nada, sus valores naturales: su pequeña fauna, impresionante a pequeña escala, y su flora, tan sorprendente como la de cualquier otro sitio, o incluso más, por tener que hacer frente a unas condiciones adversas dignas de temer. Uno de los primeros pasos necesarios para empezar a proteger la Sierra Procomunal de Chinchilla, es el de comprender y favorecer a los pequeños habitantes que la habitan, ya sean animales, como los carboneros o los murciélagos forestales, o plantas. Y digo plantas, porque incluso ellos, los pequeños «matojos» de aspecto enmarañado y feúcho, juegan un papel importantísimo en la regeneración de las encinas en la Sierra.

Todos hemos visto las «reforestaciones», ahora variadas, con encina, enebro, sabina, coscoja y pino de algunas laderas que de lejos parecen desérticas, en roca viva, que se han hecho en la zona. Si uno camina entre ellas, observará que la tierra está revuelta, pedregosa, volteada una y otra vez, sin estructura ni ley que lo sostenga. Por suerte, lo que se ha plantado agarra bien y en seguida hunde las raíces en busca de agua del subsuelo; otras muchas plantas acaban muriendo bajo el sol. Así no es como se hace, destrozando el suelo y plantando masivamente. Todo este proceso ha de llevarse a cabo a mano, poco a poco, y con cuidado. Esos matojos enmarañados y antiestéticos para algunos, pueden dar sombra y formar suelo para las bellotas que enterraremos. Así no morirán bajo el sol del verano una vez broten y, por decirlo de algún modo, tendrán refugio junto a los arbustos, ya que no estarán tan expuestos a los depredadores.

A su vez, es imprescindible enseñar a amar la Sierra de Chinchilla, hay que enseñar a protegerla correctamente y a regenerarla, entendiendo que lo que se hace es por el bien del propio medio ambiente. Se han de potenciar las ganas de ayudarla sin esperar a recibir nada a cambio, porque aquel que planta árboles sin esperar a disfrutar su sombra, ha comenzado a comprender el sentido de la vida.

La Sierra de Chinchilla de noche

El viernes pasado (12/06/2015) organizamos una quedada con algunos miembros del grupo de Facebook de Fauna y Flora de Albacete. Días antes, mi amigo Rafa Torralba me sugirió ir a la Sierra de Chinchilla una noche, a buscar arácnidos y otros animales, y por estar ya a las puertas del verano y debido a las recientes lluvias, la cosa prometía, así que a las 10 en punto de la noche nos encontramos a las afueras de Chinchilla de Montearagón. Desde el punto de encuentro, un parquecillo en la calle de la Fuente, podíamos oír en lo lejano la cantinela primaveral de sapos corredores (Epidalea calamita), y cuando ya estuvimos todos allí, nos dirigimos, cargados de linternas, frontales y cámaras, a los descampados resultantes de la destrucción de la Rambla del Cañaveral, donde se localizaban algunos charcos rodeados de vegetación ruderal. Entre las matas, se oía el cri-cri de los grillos, que cesaba cuando notaban movimiento cerca.

Primer animal observado en la excursión, una hembra de grillo campestre (Gryllus campestris).

Primer animal observado en la excursión, una hembra de Gryllus bimaculatus.

Me sorprendió ver una planta que nunca había visto en Chinchilla pero que es bastante común en Albacete, la compuesta Pallenis spinosa.

(In)Flor(escencia) de Pallenis spinosa.

Inflorescencia en capítulo de Pallenis spinosa.

Tras mucho buscar algún anuro, finalmente Jess divisó un ejemplar de sapo corredor en un gran hueco en la tierra.

Sapo corredor (Epidalea calamita), encontrado en las obras a medio acabar de la Rambla del Cañaveral. Porque la naturaleza, en los sitios destruidos por la mano del hombre, sigue intentando recuperar lo que es suyo.

Sapo corredor (Epidalea calamita), encontrado en las obras a medio acabar de la Rambla del Cañaveral. Porque la naturaleza, en los sitios destruidos por la mano del hombre, sigue intentando recuperar lo que es suyo.

Tras hacerle una sesión de fotos al anfibio, digna de una estrella de Hollywood, seguimos hacia el corazón de la Sierra con el coche. Aparcamos cerca del cuco, la famosa construcción típica de algunas zonas de La Mancha, que consiste en una gran estructura cónica de piedras y una pequeña entrada, que se utilizaba antiguamente como refugio para pastores o ganado o para guardar aperos de labranza, también se conocen como «chozos», «cubillos» o «bombos manchegos». Seguimos el camino hacia el Oeste, y allí empezaron a aparecer deseados artrópodos de diversos grupos.

Araña lobo (Lycosa hispanica)

Araña lobo (Lycosa hispanica), aunque por la curvatura de la primera línea de ojos, no sé si identificarla como L. fasciventris. Vimos muchos ejemplares, y esperábamos encontrar alguna Hogna radiata, pero no encontramos ninguna.

El tenebriónido Proctenius luteus.

El tenebriónido Proctenius luteus. Aunque en la foto parece que es de día, la noche era cerrada, cerrada. El flash arregla todo.

Incluso de noche fotografiamos algunas flores que divisamos con la luz de los frontales. Hacía mucho que no visitaba la Sierra de Chinchilla en esta época del año, así que conseguí ver un cardo que no veía desde 2011: el cardo de Granada (Carduus granatensis), de curvadas espinas.

Por supuesto, incluso de noche estas flores atraen insectos, como pudimos observar en otro cardo del género Onopordum, donde dos curculiónidos (gorgojos, escarabajos con probóscide) reposaban, uno de ellos estaba siendo atacado por una marabunta.

Siguiendo el camino, las espigas florales de las candileras (Phlomis lychnitis) se mecían suavemente por la brisa, y las de los espartos (Stipa tenacissima) me recordaban ligeramente a algunos terrenos de La Pampa argentina, con sus características Cortaderias.  Los arácnidos seguían haciendo acto de aparición.

Seguimos encontrando pequeños seres en medio del camino. Una de las sorpresas fue un «saltamontes palo», posiblemente Acrida ungarica, aunque Truxalis nasuta no se descarta, que Jess no pudo evitar coger con la mano.

José David y Vanesa nos avisaron de que lo habían encontrado en medio del camino. Pudimos examinarlo muy de cerca, ya que se mostraba bastante tranquilo. Es la primera vez que lo veo en la Sierra.

José David y Vanesa nos avisaron de que lo habían encontrado en medio del camino. Pudimos examinarlo muy de cerca, ya que se mostraba bastante tranquilo. Es la primera vez que lo veo en la Sierra.

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Ninfa de Oedipoda caerulescens.

Hubo tiempo hasta para observar lepidópteros.

Y poco más, aparte de algún que otro escarabajo (tenebriónidos y carábidos depredadores), más licósidos, hormigas, liebres… Porque nunca viene mal una buena excursión para comenzar las vacaciones de verano.